lunes, 6 de abril de 2009

Bestiario



Sobre la serie Bestiario

Texto: Gregorio Cervantes Mejía

Acuarelas: Andrea Feldman Teich


¿En dónde radica nuestro vínculo con los animales? Ya Borges, en las palabras iniciales del prólogo de su Manual de zoología fantástica, plantea el dilema:

A un chico lo llevan por primera vez al jardín zoológico. Ese chico será cualquiera de nosotros o, inversamente, nosotros hemos sido ese chico y lo hemos olvidado. En ese jardín, en ese terrible jardín, el chico ve animales vivientes que nunca ha visto; ve jaguares, buitres, bisontes y, lo que es más extraño, jirafas. Ve por primera vez la desatinada variedad del reino animal, y ese espectáculo, que podría alarmarlo u horrorizarlo, le gusta. Le gusta tanto que ir al jardín zoológico es una diversión infantil, o puede parecerlo. ¿Cómo explicar este hecho común y a la vez misterioso?

Tal vez la explicación radique en el valor simbólico que los humanos hemos atribuido a los animales: el paralelismo entre sus características y las nuestras, que permiten convertirlos en referentes o representaciones de nuestros propios vicios y virtudes.


La representación de los animales (reales o imaginarios) es propia a todos los grupos humanos, ya sea con una función pedagógica, mágica o catárquica: como si estas imágenes nos permitieran restablecer nuestros vínculos con las fuerzas naturales de las cuales la cultura y la civilización nos han distanciado.


Ese valor viene a mi memoria al observar la serie Bestiario de Andrea Feldman Teich, integrada hasta ahora por 35 acuarelas.


Más que limitarse a recreaciones plásticas de los animales, Feldman juega con la carga simbólica de los mismos, como lo muestra el predominio de las parejas (siempre complementarias) o la distribución espacial (predominantemente vertical), así como la presencia (discreta a veces, evidente otras) de ideogramas chinos en la mayoría de las acuarelas.


Es como si a través de estas imágenes, la artista plástica pretendiera reconstruir un orden universal más que limitarse a la representación de animales reales o imaginarios. Un orden que recuerda (literalmente) al I Ching y a la tradición taoísta, con el juego de la complementariedad de los contrarios: lo suave con lo fuerte, lo alto con lo bajo, la luz con la oscuridad…


Así, Feldman hace convivir en un mismo espacio ciervos con leones, tortugas con aves, como una muestra de la necesaria correspondencia de ambos órdenes: el celeste y el terrestre.


Pero este conjunto de acuarelas se muestra también como una síntesis cultural, resultado tanto de las propias vivencias de la artista como de su búsqueda estética: la manera de representar a los animales revela tanto influencias de los pueblos originarios de América (“Entre iguanas y libélulas” o “Encuentro cielo y tierra”) como de la plástica tradicional china (“Ave y felino”, “Ciervos y fieras”) o, incluso, mezclas de elementos de ambas tradiciones (“Cantos al sol”). Como si se la intención fuera borrar las diferencias culturales de estas tradiciones (y las de la propia cultura occidental de la autora) y mostrar aquello que es común a todas ellas.


En su Mitología zoológica (publicada por primera vez en Londres, en 1872), Angelo de Gubernatis se empeñó ya en mostrar las líneas de comunicación entre las tradiciones míticas de Oriente y Occidente a partir de las leyendas que involucraban animales.


Gubernatis reconocía ya la persistencia de los elementos míticos dentro del pensamiento occidental, a pesar del desarrollo alcanzado entonces por la razón científica.

No es en absoluto cierto que los antiguos sistemas de mitología hayan dejado de existir; no han hecho más que difundirse y transformarse. El nomen ha cambiado, el numen permanece. Su brillo se ha debilitado, porque han perdido su relación y su significado celestiales; pero su vitalidad es aún muy grande.

El Bestiario de Andrea Feldman parece dirigido, justamente, a la búsqueda de ese vínculo de la figura animal entre los planos terrenal y celestial. No es gratuita la presencia de cuerpos celestes en cada una de las acuarelas de esta serie.


Si bien el sol es el elemento primordial (aparecido detrás de los animales representados o al pie de ellos), también lo son otros cuerpos: en menor medida, la luna y las estrellas tienen presencia, incluso como parte del cuerpo del animal representado.


Esta carga simbólica es una constante en la obra de Andrea Feldman, dirigida en su conjunto a la exploración de los elementos simbólicos de las diferentes culturas y la carga significativa que permite su asimilación por parte de individuos pertenecientes a tradiciones culturales distintas.

1 comentario:

  1. ¿En dónde radica nuestro vínculo con los animales?
    Simplemente en que somos animales...
    ...y somos un poco dioses y un poco hombres,
    un poco ángeles y un poco demonios,
    un poco cielo y un poco tierra.
    Y somos la suma de todo eso
    y el resultado de todo eso.
    Un gran abrazo para los dos, mis amigos.
    Excelente el blog. Marta

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